Friday, October 12, 2007

Luz Silenciosa

La paz es más fuerte
que el amor
Ricardo Martínez García

El director, productor y guionista mexicano Carlos Reygadas presenta en su tercer largometraje, Luz Silenciosa (Stellet Licht, 06), la historia de amor entre un granjero y una propietaria de restaurante pertenecientes a la comunidad menonita de Chihuahua.


La película ha sido ganadora del premio del Jurado en el Festival Cinematográfico de Cannes, del premio Fipresci (la Federación Internacional de Críticos Cinematográficos) en Rio de Janeiro, y del premio Tequila del Festival de Morelia, entre otros.

Seleccionada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas para representar al país en los premios Oscar, la cinta cuenta con un extraordinario trabajo fotográfico, de sonido y filmación, en el que se nota la conducción madura de Reygadas.

Johan (Cornelio Wall Fehr), campesino y padre de familia, y su esposa Esther (Miriam Toews), junto con sus seis hijos forman una familia menonita que respeta su riqueza tradicional pero viven de una manera “moderna”, usando autos y electricidad.

Los menonitas llegaron a México en 1922, cuyos antepasados eran holandeses que vivieron en Alemania, Rusia, Estados Unidos y Canadá. Son una rama de los protestantes anabaptistas y reciben su nombre de Menno Simons un sacerdote católico que rompió con la Iglesia y con el protestantismo.

Son pacifistas y creen en la vida del campo, pero las ramas más ortodoxas tienen prohibido el uso de vehículos, la radio y la televisión, así como el tabaco.
Asentados en Manitoba, Ciudad Cuauhtémoc y otras colonias en Chihuahua (aunque hay menonitas en Tamaulipas, Zacatecas, Durango y Campeche), es en este estado norteño donde Reygadas encontró las bellas locaciones naturales para su filme.

La película abre con una toma nocturna de las estrellas y un horizonte con el amanecer despuntando.

La vida del campo, ordinaria, disciplinada y rutinaria parece resquebrajarse por un hecho insólito para la vida de Johan: vive enamorado de otra mujer llamada Marianne (María Pankratz). Esther sufre en silencio la infidelidad de su esposo, tratando de vivir lo más normal posible ante estas circunstancias.

Un hecho interesante, resultado de la convicción o de la fe de los miembros de la comunidad acerca de que sólo pueden ser responsables de sus actos ante Dios y ante sí mismos, es que Johan le hizo saber a su mujer desde el principio que tenía una relación con Marianne.

Johan no se siente bien respecto a su doble vida, a pesar de su religiosidad y de su idea de que la situación que vive con Marianne no es cosa del maligno, sino de Dios; por ello busca consuelo con Zacarías, su confidente y mecánico. Zacarías le dice que es bueno que haya encontrado a su “mujer natural”. También busca la ayuda de su padre, quien ante la situación le dice que tiene que optar por alguna de las dos mujeres o perderá a ambas.

Los amantes buscan ocasiones para mostrarse su amor, pero luego de dos años de relación “secreta”, ambos se ven empujados a tomar decisiones importantes.

Con el pretexto de ir a entregar algún producto al restaurante de Marianne, acompañado de dos de sus hijos pequeños, a quienes debe llevar al dentista y luego abandona un rato, Johan tiene un encuentro amoroso en un motel con Marianne. Al final ésta le dice que ésa fue la última vez que estará con él, y añade que “la paz es más fuerte que el amor”.

La actitud ausente que adopta Johan en su casa mortifica más de lo debido a Esther. Entonces deciden hacer un viaje juntos, dejando a los niños a cargo de la hija mayor. Durante el trayecto, con una conversación carente casi por completo de inflexiones –así son los diálogos durante toda la película- ella primero llama “puta” a Marianne y luego la compadece, algo que también había hecho ésta a propósito de Esther. “Pobre Esther”, le dice a Johan cuando estaban en el motel.

Por su parte, Johan habla de sí mismo como si se tratara de alguien más. Esther empieza a sentirse mal, se queja de un dolor en el pecho y le pide a su esposo que pare el auto. Sin importarle el clima, baja y se deja dominar por el llanto, en medio del torrencial aguacero. El dolor en el pecho es un aviso de un ataque al corazón y Esther muere en el campo, al lado de unos árboles.

Con la muerte de su esposa, Johan llora sinceramente ante la pérdida de su compañera, a la que ciertamente amaba, pero es con su desaparición que toma conciencia de ello.

Luego de las oraciones y los rituales funerarios, y de la preparación del cuerpo llevado a cabo por las mujeres de la familia, Johan se sume en una especie de sopor, del cual sale cuando tiene que recibir la visita de Marianne, quien le pide conocer a Esther antes de que la entierren, después de escuchar a Johan decir que daría todo por que las cosas fueran como antes.

El cuerpo de Esther yace en un cuarto blanco lleno de luz, una luz silenciosa, blanquecina, lechosa y pacífica. Marianne se planta a un lado del cadáver, se inclina para darle un beso en la boca, como insuflándole un aliento de vida y se levanta dejando unas lágrimas en la mejilla de Esther. Y entonces se produce un milagro: Esther comienza a abrir los ojos, ve a su rival de amores al lado y le dice “gracias Marianne”.

Dos de las hijas de Esther entran para ver a su mamá, la ven despierta, la saludan y una de ellas va a decirle a Johan que su mamá está despierta. En eso aparece Marianne y sin despedirse de nadie se va de la casa. “La paz es más fuerte que el amor”, había dicho.

Los premios a la película hablan por sí mismos y son más que justificados.

Con el director
Carlos Reygadas comentó, durante una conferencia de prensa en un hotel de la Condesa, que para él la película trata de mostrar cómo actuar de la mejor manera cuando amas a alguien. Añadió que escogió como lugar de filmación esta comunidad menonita porque ofrecía un contexto muy bello y perfecto, donde sus habitantes viven prácticamente sin la división de las clases sociales, lo que permitió exponer una problemática casi universal.

Por su parte, el actor Cornelio Wall Fehr, quien interpreta a Johan y es menonita pero no ortodoxo, dijo que luego de la película aprendió a amar más al prójimo, “aprendí qué es el verdadero amor”. Señaló que es la primera película en la lengua que su comunidad habla, algo así como plot, que es una mezcla de alemán, inglés y un poquito de español.

Reygadas una vez más trabajó en esta película con actores no profesionales porque considera que son lo más cercano a la vida real. Los actores profesionales según su visión, “sobreactúan” cuando actúan, sobre todo en el teatro. “La cámara de cine es tan fidedigna que no necesita actuación, la actuación siempre es sobreactuación”.

Para Reygadas el trabajo de interpretar qué es lo que al final propone su película es tarea del espectador. “Mi trabajo es intuitivo, emocional, y muchas cosas que filmo tienen un significado que no está siendo pensado”. Por ejemplo, en la escena donde está el cuerpo de Esther en el cuarto blanco lleno de luz, es “como si la luz generara los milagros”.

Para finalizar, el realizador dijo a pregunta expresa que el arte en el cine consiste en “entrar en contacto con las cosas en sí mismas”, como en busca de lo verdadero de ellas.

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