Tuesday, October 02, 2007

Supercool

¡La divertida alcoholescencia!
Ricardo Martínez García

Tres adolescentes preparatorianos pasan los momentos más excitantes de sus vidas al tratar de conseguir bebidas alcohólicas para una fiesta y quedar bien con la anfitriona y sus amigas.

Seth es el típico adolescente neurótico, rechoncho y malhablado, obsesionado con el sexo y frustrado por su escaso éxito con las mujeres y convertido en centro de humillaciones que sólo cuenta con la amistad de Evan, más centrado pero igual de tímido con las chicas, y de Fogell, el más ñoño de los tres.

A pocos días de graduarse de la High School, los muchachos viven vertiginosa y angustiosamente los últimos días escolares, conscientes de que sus sueños sexuales de prepa están por irse. Pero su gran oportunidad llega cuando Fogell consigue una tarjeta de identificación falsa de Hawai, en la que se hace llamar McLovin.

Lo mejor de Superbad, filme titulado en “español” con el anglicismo Supercool, del director Greg Mottola –conocido por su trabajo en las series de televisión Undeclared y Arrested Development (donde debutó Michael Cera)- comienza cuando el trío intenta comprar las bebidas para la fiesta.

Fogell-McLovin (Christopher Mintz-Plasse) es comisionado para la tarea; se presenta en una tienda, y todo parece ir bien hasta que comienza a alardear de que bebe un tipo de cerveza desde hace mucho. La cajera sospecha y le pide su identificación, justo cuando un ratero le pega sorpresivamente un golpe y roba el dinero.

Al reporte de asalto llegan un par de policías a quienes sólo les falta como compañero el Jefe Górgory, el de Los Simpson, pues son tan parecidos a ellos: beben en servicio, tergiversan una y otra vez los hechos, usan la sirena sólo para jugar, le prestan a McLovin una pistola, luego de ofrecer llevarlo a su casa, etcétera.

Los gags que sostienen estos polis de pacotilla son en verdad hilarantes. Uno de ellos comenta riendo inocentemente que antes de entrar a la corporación creía que en las investigaciones de escenas del crimen (alusión contundente a las series CSI) siempre era posible encontrar semen “con el cual identificar a los delincuentes”. Así, si hubiera un archivo de semen, sería fácil localizar a cualquier malhechor.

Evan (Michael Cera) y Seth (Jonah Hill), al ver a su amigo interrogado por los policías creen que ya fue arrestado, por lo que buscan desesperadamente otro plan de acción. En esas están cuando Seth es atropellado por un auto en reversa, cuyo conductor los convence de pagar el daño consiguiendo alcohol para ellos, entonces los lleva a una fiesta en la que no sólo hay alcohol sino drogas duras a granel.

En la fiesta Evan y Seth vivirán cada uno su After Hours particular, en una especie de homenaje a Scorsese, que a momentos parece demasiado amenazador para los muchachos.

La película cuenta con un aire bastante ligero, pero puede ofrecer material para la reflexión, si puede uno hacer tal cosa mientras se carcajea.

Desde siempre el alcohol ha sido una vía de acceso a comportamientos desinhibidos, un punto de comunión (los aplausos y hurras que Seth recibe cuando finalmente llega con las bebidas a la fiesta, o los policías que narran partes tormentosas de sus vidas en la barra de un bar son una pequeña muestra), una manera de iniciar –y continuar, diría Rafael Tonatiuh- la vida social.

Parece que la iniciación a la vida sexual está conectada casi siempre con las primeras borracheras, como lo muestran estos adolescentes y podrían constatar los estudiantes de bachillerato en general.

En México es muy fácil para los menores de edad comprar y consumir alcohol, por más redadas que se hagan en antros, y en los Estados Unidos no es más difícil, como sugiere Seth cuando le dice a Fogell que “cientos de chicos están comprando ahora mismo bebidas con identificaciones falsas”.

El final de la película, no obstante lo anterior, propone que entre los adolescentes siempre va a haber algunos más prudentes que otros. Seth se quiere dar de topes en la cabeza cuando la bella Jules, objeto de su deseo y anfitriona de la fiesta, le dice que no quiere besarlo porque está borracho.

En cambio Evan, en plena cama, le pide a una ebria Becca (de quien ha estado enamorado largo tiempo) que se lo piense mejor, y ésta le vomita encima.

McLovin por su parte termina también en la cama con una linda chica, pero sufre un coitus interruptus gracias a los policías que lo andan buscando, pero que luego le confiesan haber simpatizado con él (“nosotros también fuimos adolescentes; sí nos sabemos divertir”) y lo toman bajo su protección.

También, aunque de manera velada, la cinta parece querer mostrar el valor de la amistad, o de su pérdida. Al día siguiente de la fiesta, Seth y Evan se encuentran casualmente con Jules y Becca en un centro comercial y los amigos se separan para irse cada uno con su pareja. La mirada que ambos se dirigen mientras se separan es una mirada que presagia grandes cambios en sus vidas, justo cuando habían aceptado mutua y completamente su amistad.

Se trata de una película que seguro arrancará carcajadas sobre todo de la audiencia a la que está dirigida y a varios que ya dejaron de ser adolescentes desde hace mucho. A otros les recordará sus divertidas andanzas de iniciación, que terminaban en los lugares más extraños y con gente a la que nunca vuelves a ver, en situaciones que iban de lo ridículo a lo vergonzoso; a otros tal vez les recordará el origen de sus excesos. Ni modo, también fuimos adolescentes.

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