Patético amor maternal
Ricardo Martínez García
La natural relación amorosa entre madres e hijos muchas veces no es tan sana como se esperaría. Tal es el caso de la cinta Porque lo digo yo (06) en la cual el amor maternal de Daphne Wilder (Diane Keaton) por su hija menor Milly (Mandy Moore) es llevado hasta límites enfermizos, como por ejemplo tomar iniciativas que no le corresponden, transformándose en una moderna e indeseable celestina cibernética.
Daphne ha tenido que sacar adelante a sus tres hijas prácticamente sola; actualmente no tiene problemas de dinero por lo cual sus principales preocupaciones en la vida son las relaciones amorosas de su hija Milly, que en su opinión puede quedarse sola (como ella) si continúa arruinando todo prospecto de pareja.
Tomando en sus manos la iniciativa que tendría que corresponderle a la propia Milly, quien es dueña de un negocio de repostería, Daphne publica en internet un anuncio de búsqueda de pareja (servicios que por cierto pululan en la red), para lo cual cita a los candidatos en un restaurante.
La procesión de sujetos que se presentan a la cita va desde adefesios a ñoños e inadaptados, hasta que se presenta el guapo y presumido arquitecto Jason (Tom Everett Scott), el cual le llena el ojo a Daphne (pensando más en ella misma que en Milly), y arregla todo para que éste conozca a su hija.
Toda la escena del desfile es presenciada por el guitarrista que ameniza el ambiente en el restaurante, el también bien parecido Johnny (Gabriel Macht), quien se acerca a Daphne, pero como ésta ya ha hecho la elección que a ella le gustó, no lo considera siquiera como un candidato más.
La comedia se desarrolla de tal manera que el espectador sabe de antemano en qué va a terminar todo: la hija es puesta en una disyuntiva que ella cree que es suya (elegir entre Jason o Johnny), pero cuando se entera de la participación más que activa de su madre su furia no puede ser más que justificada.
En su corazón Milly tiene claro –lo mismo que el espectador- que es con Johnny con quien le gustaría estar, aparte de sentirse a gusto con él, su hijo y su padre (del cual Daphne –más protagonista naturalmente que la propia Milly- se enamora muy rápido), puesto que Jason saca a relucir su materialismo y pedantería, pero como era el que le había caído mejor a su madre, eso la detiene hasta que se entera de cómo se habían dado las cosas: desde la publicación del mensaje, las entrevistas y la elección del “mejor candidato”.
Esta comedia ligera, dirigida por Michael Lehmann (La verdad acerca de perros y gatos), presenta a una Diane Keaton muy instalada en su rol de mujer y madre desenvuelta y torpe a la vez pero con problemas para desarrollar un sano amor de pareja; en un momento de íntima comunicación con Milly, le confiesa no haber podido experimentar orgasmo alguno con el padre de ellas, pero luego la vemos aparentemente ponerse al día con Joe, el padre de Johnny, y con el que terminará casándose.
El trabajo de la Keaton resulta pues similar a su papel en Alguien tiene que ceder, o a algunos papeles que interpretó para filmes de su ex pareja en la vida real Woody Allen (como Annie Hall o Interiors) pero con más drama que comicidad.
El argumento puede considerarse absurdo, pero lo innegable es que en la realidad se pueden encontrar casos todavía más patéticos o enfermizos, y si no, ¡que le pregunten al ya famoso “caníbal de la Guerrero” sobre la relación con su mami!, o a todos aquellos que han tenido madres autoritarias que todo lo justifican con el argumento de porque así lo digo yo.
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